LA GRIPE AVIAR: ¿SOLO AMENAZA O PURA REALIDAD?

Agustín Muñoz Sanz

Si usted ha empezado a leer este artículo, es posible que sea por simple curiosidad intelectual para informarse de un tema científico, o para buscar una distracción que le libere de los problemas cotidianos (tal vez se dirá a sí mismo: “A ver qué le pasa a los otros pájaros, que de los patrios ya estamos hartos”), una ampliación del conocimiento o, finalmente, para contrastar qué hay de nuevo sobre tan sugestivo como preocupante asunto, en el supuesto de que usted sea un profesional sanitario (médico, veterinario, farmacéutico, microbiólogo, biólogo, ornitólogo, estudiante de alguna de estas disciplinas o agricultor-ganadero). Porque la gripe aviar es un grave problema que lleva años ocupando espacios en la prensa especializada y en la convencional. También en las redes sociales.

Figura 1. Los virus de la gripe A (subtipos 1-16 de la hemaglutinina/HA) circulan en el reservorio de las aves silvestres. Pueden pasar a muchas especies diferentes, a veces a través de hospedadores intermediarios o por mutaciones adaptativas (flechas grises). En algunos animales (aves acuáticas, humanos, aves domésticas, cerdos) predominan subtipos específicos (círculos negros). Recientemente han circulado virus adaptados al ser humano de los subtipos H1, H2 y H3. Los H1N1 y H3N2 circulan actualmente, los H2N2 no. Los mismos tres subtipos también han circulado en los cerdos. Los virus de la gripe aviar (AIV) de los subtipos H5, H6, H7, H9 y H10 han infectado a seres humanos tras la exposición doméstica a aves de corral infectadas. Actualmente, los virus de estos subtipos no se transmiten entre los humanos. Los subtipos H17 y H18 de HA sólo circulan en los murciélagos.

Los virus de la gripe B circulan en los humanos, aunque se han descrito infecciones en las focas.

Los virus de la gripe C circulan en los humanos y en los cerdos.

Los virus de la gripe D, recién descubiertos, circulan en los bovinos, caprinos y porcinos. Aun con pruebas serológicas de infección en humanos, la amenaza zoonótica de estos para los humanos no está clara. Muchas especies han sido infectadas experimentalmente por virus de la gripe, entre ellas hurones, ratones, cobayas, macacos y titíes. Crédito de la figura: Modificado de Long JE, et al. Nat Rev Microbiol, 2019.

Cuando se dice años se quiere decir décadas, mucho más en el último trienio, tres años acaparados por el coronavirus pandémico. Aunque ahora el tema gripal parece estar más en el “candelabro” acaso porque la covid-19 y los coronavirus se encuentran en la reserva activa, como los militares añosos. Pero, en cualquiera de los anteriores supuestos, salvo que usted esté muy informado del asunto, a nivel de experto, es inevitable que le preocupe saber si se está gestando una nueva pandemia con todo lo que arrastraría a su paso. En otras palabras: la gripe aviar que afecta a los humanos, ¿será la siguiente pandemia? No sobra decir que hemos tratado con cierta extensión el tema pajarero en el número 12 del Cuaderno Extremeño (“Los pájaros de Hitchcock vuelan sobre las mamíferas cabezas) por lo que ahora solo haremos una puesta al día (hasta la segunda mitad de abril de 2024). Naturalmente, si tiene ocasión y ganas, le recomiendo que (re)lea dicho artículo antes.

La gripe aviar H5N1 en la historia reciente (últimas tres décadas)

Nadie sabe cuándo empezó la gripe aviar causada por la cepa H5N1 y otras (en adelante, nos referiremos solo, o casi, al subtipo H5N1). Cabe suponer que fue hace cientos o miles de años. Es bien conocido que China es el origen de numerosos brotes y epidemias y que, muy probablemente, este fenómeno natural viene ocurriendo desde la noche de los tiempos. Mucho más tarde, nosotros mismos planteamos en mayo de 2006 una atrevida hipótesis: Cristóbal Colón quien, según el prestigioso erudito profesor Francisco Guerra, introdujo la gripe en el Nuevo Mundo en su segundo viaje (1493), pudo ser —involuntariamente— el desencadenante de un posterior gran episodio de gripe aviar en América (“La gripe de Cristóbal Colón. Hipótesis sobre una catástrofe ecológica”, publicado en 2006). Es una hipótesis no demostrada, pero las hipótesis duran hasta que los hechos científicos, u otra hipótesis más potente, eliminen la propuesta.

La evidencia científica del primer golpe epidémico aviar está fechada en 1996, cuando se identificó un subtipo H5N1 altamente patógeno (HPAI, las siglas en inglés de influenza aviar altamente patogénica) en algunas aves acuáticas y domésticas en China. Y un año después —¡atentos al trompetazo de la naturaleza! — se infectaron 18 personas en Hong Kong, de las cuales murieron seis (33,33%), una tasa muy elevada. Desde entonces ha causado numerosos brotes en aves de corral, afectando también a más de 800 personas. El virus desapareció, aparentemente, hasta 2003, cuando resurgió en Hong Kong.

En 2005 entró en Europa, según Eurosurveillance. Durante este periodo temporal el virus aviar ha hecho lo que hacen todos los virus en general: evolucionar y adaptarse; es decir, mutar y, a veces, recombinarse, lo que significa intercambiar segmentos de sus genomas para crear variantes nuevas frente a las cuales no existe inmunidad. Esto ocurre cuando dos virus distintos, o dos cepas, variantes o subtipos, infectan a una misma célula. Dicho comportamiento se ha mantenido hasta el año 2020, cuando el H5N1 resurgió en Europa para luego difundirse, en poco tiempo, por África y Asia. De seguido, por América y Oceanía (en los Estados Unidos de la América del Norte/EE. UU ya han sacrificado más de 90 millones de aves domésticas, lo que no ha evitado contagiar a ardillas, zorrillos, delfines mulares, osos polares y, en 2024, hace un rato, a las vacas lecheras). También, un poco antes y de forma paralela, ha llegado a los pingüinos de la Antártica.

La novedad del virus aviar viajero es que, en tan largo desplazamiento, sin duda vinculado a las migraciones, ha infectado y matado a millones de aves domésticas, silvestres, migratorias, terrestres, costeras y marinas. Más novedoso y preocupante aún es que ha saltado de las aves a los mamíferos: primero unas cuantas especies, tanto de tierra como marinas (Tabla 1). En un principio, algunos mamíferos afectados fueron el punto final del viaje por carecer de la capacidad de transmitir el virus a otros animales. La cadena de transmisión acabó en ellos. El mejor ejemplo son los zorros infectados tras devorar (en calidad de carroñeros) un ave enferma o muerta. Muerto el zorro, se acabó la gripe, salvo que otro carroñero se coma al zorro o merodee en las cercanías del cadáver o algún humano lo manipule, sin protección adecuada.

Desde el punto de vista evolutivo, el virus acarrea una gran capacidad de mutar y de adaptarse a los nuevos hospedadores y ecosistemas. Así ha ido ampliando su campo de acción. China, a pesar de ser tan grande, se ha quedado pequeña para el virus. El planeta es redondo, o piriforme, y lo habitan microbios sin fronteras. Por tanto, la gripe aviar es hoy un asunto planetario por la extensión y por los animales afectados: aves domésticas, migratorias, silvestres y mamíferos, incluido el humano. La suerte para la humanidad es que el virus aviar no ha encontrado (todavía) el mecanismo molecular que facilite la fácil transmisión interhumanos, como hacen los virus gripales humanos y porcinos. La novedad es que parece estar acelerando la velocidad de su viaje interespecies.

Los mamíferos son los nuevos y excelentes anfitriones

En 2022, el virus arrasó a poblaciones enteras de focas en Nueva Inglaterra y en Canadá. Poco después, entró en una granja de visones en España. En otoño del mismo año se detectó en aves de Colombia. Pasó de inmediato a toda América del Sur, por vía costera. Hasta llegar al extremo del continente. Sin distinguir hospedadores. Infectó y mató a miles de aves y a muchos mamíferos acuáticos: en Perú, Chile, Argentina (más de 17 000 crías de focas), Uruguay y Brasil. Los elefantes marinos (más de 24 000) y los leones marinos forman grandes colonias. Son colectivos que reúnen los criterios epidemiológicos necesarios para el contagio eficaz: contacto con las aves y sus secreciones respiratorias, más el abundante guano (heces) cargado de virus; la ocasional ingesta de aves, aunque son de hábitos piscatorios, y con la capacidad de estornudar de algunos (los elefantes marinos) mediante la que expelen millones de gotas y aerosoles que contagian hasta cierta distancia (¿se acuerda usted de la covid-19 y el lío de las mascarillas koldianas?). Además, en virtud de que estos mamíferos marinos comparten hasta 15 mutaciones inexistentes en las aves, se sospecha que los animales que maman se contagian entre sí, lo cual es una novedad preocupante porque en un humano de Chile infectado se detectaron dichas mutaciones.

Se plantean tres escenarios, como muestra la figura 2. Son los siguientes: 1. Transmisión desde los leones marinos. 2. Transmisión en las aves acuáticas con ocasionales diseminaciones a las aves y a los leones marinos. Y 3. Aparición de novo: no hay transmisión interespecies, sino aparición de mutaciones en las aves, los mamíferos y los humanos.

En otros lugares y ambientes, el virus ha afectado a los zorros y las nutrias (Reino Unido) que comieron la carroña de aves muertas por la infección (acabado de redactar este artículo, el 18 de abril de 2024 se publica preimpresión en bioRxiv que la carne contaminada es la vía de contagio del virus H5N1 clado 2.3.4.4b. En un grupo de perros de monte cautivos en un zoo inglés); los gatos (Polonia, Corea del Sur) tal vez por alimentación (cadena alimentaria) con aves infectadas; a los perros, y a los animales de zoológicos (tigres, leones), a los mustélidos (visones, turones, hurones, armiños y otros), algunos de los cuales (mapaches, visones, zorros) son protagonistas involuntarios del lucrativo negocio de la piel que, como norma, junta decenas de miles de animales los cuales, en su vida natural, son solitarios.

Estos pobres animales, sentenciados al corredor de la muerte porque la naturaleza les regaló un bello pelaje, son mantenidos en unas condiciones intolerables desde el punto de vista ético (práctica cruel) y epidemiológico (miles de animales hacinados en poco espacio y con pésima ventilación e higiene). Lo más grave desde la epidemiología humana es que los mustélidos peleteros toleran bien la infección, por lo que los animales infectados pueden pasar desapercibidos para los cuidadores. Estos se infectan (contagio laboral) y, a la vez, ellos pueden infectar a los animales, como ya ocurrió con el coronavirus pandémico SARS-CoV-2 (infección reversa). Para más preocupación, los hurones, primos hermanos de los visones, se utilizan en investigación de la gripe porque son un modelo animal ideal. Un cambio genético azaroso podría facilitar al virus transmitirse entre los humanos.

Por fortuna, nuestros casi familiares por cultura y gastronomía, los cerdos, son bastante resistentes, hasta ahora, al virus H5N1, no así a otras variantes como H1N1, H3N2 y otras. La tráquea de los cochinos actúa como un tubo de ensayo natural donde pueden coincidir cepas de virus aviar, porcino y/o humano y originar, por recombinación genética (genomas aviar, porcino y/o humano), un nuevo virus que será pandémico: las pandemias de 1918-19 (H1N1), 1957-58 (H3N2), 1968-70 (H3N2) y 2009 (H1N1pdm09) son ejemplos muy contundentes. Por suerte, parece que todavía no han invitado al N5H1.

En cuanto a los ratones y ratas, se sabe por estudios experimentales que, de momento, tampoco participan del aquelarre gripal: se pueden infectar, pero carecen de la capacidad de contagiar. Los murinos, tienen un gran protagonismo en calidad de reservorios y origen de otras infecciones, como sucede a los quirópteros (murciélagos). Sirva de lamentable ejemplo el coronavirus pandémico vigente. Sin embargo, quién lo iba a suponer, las vacas están ahora de moda. El virus ha recalado en el ganado vacuno de granja (producción lechera y cárnica) y se está difundiendo por varios estados y poblaciones rurales de los EE. UU. Cada vez más. Se detectó en marzo de 2024. El virus también se ha encontrado en la leche, aunque parece que es eliminado por el calor súbito de la pasteurización (72 grados, 15-20 segundos), pero algunos dudan de su eficacia.

En este preocupante contexto, hasta ahora solo se conoce un caso de contagio humano aquejado de un cuadro leve de conjuntivitis, es decir, de un cuadro no respiratorio: este es un hecho de gran interés que, a la vez de ser una buena noticia, merece ser investigado en profundidad. No obstante, se sospecha que hay numerosos trabajadores infectados, asintomáticos o con pocos síntomas, cuyos casos no se han declarado oficialmente. Para añadir más confusión en un asunto que no debería ser confuso. Lo cual huele a cruce o choque de intereses entre los lobbies económicos, políticos y científicos yanquis. No es por el hedor de las boñigas bovinas.

Otra buena noticia (no todo va a ser malo) es saber que la humanidad dispone de alguna inmunidad colectiva (la mal llamada inmunidad de rebaño, aunque aquí se esté hablando de vacas y de otros bichos). Las sucesivas epidemias estacionales de gripe (H1N1, H3N2 y por otras cepas) y las pandemias históricas han construido, durante las últimas décadas, una cierta memoria inmunológica cruzada. La cual puede, probablemente, proteger en alguna medida frente a los nuevos retos pandémicos gripales. Sin embargo, no es suficiente, como no bastan las vacunas actuales y los pocos medicamentos en uso frente a la gripe de siempre. Existen vacunas de diversas plataformas (nanopartículas, ARN, panvacunas) y algunos tratamientos antivirales en investigación, por si llegara a estallar la pandemia, pero no hay que dormirse en el conformismo.
A la luz de lo que ha ocurrido con la covid-19, no es para estar tranquilos del todo (algo de esto se dijo en “La enfermedad X”, número 13 del Cuaderno Extremeño para el Debate y la Acción). Sirva de lección actual para el incierto futuro lo que se ha tardado en los EE. UU. en reconocer la infección de las vacas y la mejorable gestión del problema. Más la aparente falta de transparencia, la cual ha sido criticada en la revista Science (22 abril 2024) y también por el reputado investigador brasileño afincado en Sudáfrica, Tulio de Oliveira, en la plataforma Twitter/X (misma fecha). Se refieren a la tardanza y racanería de la administración en publicitar los genomas del bicho a efectos de que la comunidad científica mundial disponga de información que permita investigar el mal. Es un hecho indicativo de que andamos un poco distraídos con otras cosas, en lugar de poner el foco en lo que importa. Porque lo primero es la salud, en el contexto de una salud global (One Health): humanos, animales y ecosistemas. Lo demás, compañero, son pamplinas.

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